En TikTok, basta un par de búsquedas para que el algoritmo arrastre a niñas y adolescentes hacia un universo aparentemente inocente, donde princesas, castillos y tonos pastel esconden prácticas propias de la anorexia y la bulimia. Bajo nombres como “día Blancanieves” o “comer como la Bella Durmiente”, circula un nuevo reto viral: la llamada dieta
En TikTok, basta un par de búsquedas para que el algoritmo arrastre a niñas y adolescentes hacia un universo aparentemente inocente, donde princesas, castillos y tonos pastel esconden prácticas propias de la anorexia y la bulimia. Bajo nombres como “día Blancanieves” o “comer como la Bella Durmiente”, circula un nuevo reto viral: la llamada dieta de las princesas Disney, un fenómeno que recicla los viejos foros pro Ana y pro Mía con un envoltorio más dulce, pero igual de dañino.
El mecanismo es simple. Escribir “dieta princesa” abre la puerta a videos que explican rutinas extremas camufladas como juegos: pasar un día comiendo solo manzanas para imitar a Blancanieves, reemplazar todas las comidas por té siguiendo el “día Bella”, consumir únicamente alimentos crudos en el “día Pocahontas”, o dejar de comer al mediodía y no superar las 550 calorías en el “día Cenicienta”. Incluso se propone beber vinagre en ayunas para “engañar al hambre”, en un supuesto homenaje a Rapunzel.
“El algoritmo te lo pone en bandeja”
Ana Herraiz, de 25 años, convive con la anorexia desde la adolescencia. Asegura que estos retos avivan una enfermedad que intenta mantener controlada. Antes buscaba por su cuenta dietas extremas o trucos para adelgazar; ahora, dice, los contenidos llegan solos: “El algoritmo ya sabe qué mostrarte. Es como si la enfermedad te llamara”. Por eso evita activamente cualquier exposición: “Sé que ver esos videos solo me perjudica”.
La psicóloga Raquel Jiménez García, de la Asociación Española de Pediatría, advierte que los algoritmos no evalúan la vulnerabilidad emocional de los usuarios. Una consulta tan inocente como “cómo hacer dieta” puede dirigir, en minutos, a prácticas de riesgo. Además, los grupos que promueven TCA esquivan los filtros utilizando códigos, símbolos o etiquetas ambiguas, lo que dificulta su detección automática. Jiménez insiste en que, si las plataformas no fortalecen sus sistemas, tendrá que hacerlo la regulación: “No podemos dejar la protección de los menores a discreción de las empresas”.
Una problemática en aumento
En España, más de 400.000 personas padecen un trastorno de la conducta alimentaria (TCA), según la Fundación FITA. Y las cifras van en aumento: desde 2020, estos trastornos han crecido un 20%, y la prevalencia en mujeres ha pasado del 5% al 10%. Lo más alarmante: la edad de inicio se sitúa ya entre los 10 y 11 años, cuando las niñas consumen contenido digital sin herramientas para interpretarlo críticamente.
Estudios recientes señalan que alrededor del 20% de los jóvenes entre 12 y 18 años pasa más de dos horas diarias en TikTok, un tiempo suficiente para que la exposición a cuerpos idealizados, rutinas restrictivas y mensajes disfrazados de “autocuidado” erosione la autoestima. La mayoría de adolescentes afirma sentirse peor consigo mismos tras desconectarse de la plataforma.
Paralelamente, un análisis de 31 películas infantiles detectó que más del 84% reproduce estereotipos negativos sobre personajes con sobrepeso, reforzando ideas que vinculan delgadez con valor moral e inteligencia.
Grupos privados y algoritmos: un cóctel peligroso
Según Irene de la Vega-Rodríguez, psicóloga clínica del Hospital Clínico San Carlos, el acceso a contenido pro Ana y pro Mía es “más rápido y sofisticado que nunca”. En Telegram, WhatsApp, TikTok o X, los usuarios pueden entrar a canales restringidos con apenas unos clics. Son espacios efímeros, que desaparecen y reaparecen con nuevos nombres, difíciles de rastrear y cada vez más extendidos entre menores.
El atractivo de estas comunidades radica en su sentido de pertenencia: lenguaje propio, retos compartidos, validación inmediata y la promesa de alcanzar un ideal de perfección. En adolescentes con baja autoestima o problemas familiares, estos factores pueden acelerar la adopción de conductas peligrosas.
Alerta sanitaria
La gravedad del fenómeno ha obligado al Consejo General de Enfermería (CGE) a pronunciarse oficialmente. La entidad calificó la dieta de las princesas Disney como “una de las prácticas virales más peligrosas” en circulación. Señalan que, en muchos casos, estas rutinas no superan las 600 calorías diarias, muy por debajo de las 2.050 requeridas para un adolescente.
Entre las consecuencias, enumera cetosis, arritmias, alteraciones hormonales, distorsiones de la imagen corporal e incremento acelerado del riesgo de desarrollar un TCA. La institución recuerda que el uso de princesas e íconos infantiles potencia su influencia: “La salud no es un juego”.
Contenidos cada vez más camuflados
Aunque plataformas como Instagram han bloqueado hashtags explícitos relacionados con anorexia y bulimia, los grupos se refugian en canales privados o se maquillan con estéticas suaves y referencias pop. Lo que antes eran listas de trucos para dejar de comer, ahora aparece escondido detrás de filtros rosados, música infantil y personajes de Disney.
Sara Bujalance, directora de la Asociación contra la anorexia y la bulimia, reconoce que, aunque existen mecanismos de moderación, los canales cerrados son prácticamente imposibles de controlar. En Cataluña, la ley permite sancionar a empresas que no retiren contenidos que fomenten TCA, pero la magnitud del entorno digital supera cualquier intento de control.
El problema actual, agrega, no se limita a la apología directa: la presión estética constante, la obsesión por la delgadez y la glorificación de dietas restrictivas afectan incluso a niñas muy pequeñas: “Aunque no haya mensajes explícitos, ya se está moldeando la percepción corporal desde edades precoces”.










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